¡Demasiado cómodo!!
- M. I
- 6 nov
- 2 Min. de lectura

Yendo por el camino, uno le dijo: Señor, te seguiré adondequiera que vayas. Jesús le dijo: Las zorras tienen guaridas y las aves de los cielos nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde recostar la cabeza. Lucas 9.57–58
Este encuentro de Jesús con un aspirante a discípulo tiene varios aspectos muy interesantes.
Debemos notar, en la primera impresión, que esta persona se acercó a Jesús con una propuesta que parecía más que generosa: «te seguiré adondequiera que vayas» El hombre está hablando de una entrega incondicional, hacia la persona de Cristo, pase lo que pase. Se asemeja a los votos de entrega que pronunciamos, muchas veces, en nuestros encuentros como iglesia de Cristo. Le ofrecemos nuestra lealtad y compromiso sin condiciones al Señor.
Sin embargo, la respuesta de Jesús me sorprende porque no parece tener mucha relación con lo que ha dicho esta persona. No obstante, cuando recuerdo que el Señor, a diferencia de nosotros, no se impresiona con las palabras de nuestra boca, entiendo la declaración. Este varón, que parece tan comprometido, en realidad tiene un serio problema y Cristo lo ha percibido. Aspira a una vida espiritual pero no desea experimentar ninguna incomodidad, ni pasar por ningún tipo de situación que le proporcione molestias personales. Es por esta razón que el Señor declara que cualquier persona que desee ser parte de su grupo debe estar dispuesta a transitar por el mismo camino que él recorre. Esto puede incluir situaciones tan elementales como las de no tener casa a la cual retornar, ni cama para recostar la cabeza.
El Señor no estaba llamando a esta persona a castigar su cuerpo con severa disciplina, sino a entender que debía estar dispuesto a sacrificar su comodidad personal por seguirlo a él.
El Señor nos recuerda que él puede invitarnos a seguirlo mientras se mueve entre personas de mal olor, sin casas ordenaditas ni camas mullidas a nuestra disposición. Si deseamos seguirlo deberemos estar dispuestos a sacrificar estas comodidades.
Recuerda, el afán por asegurar nuestro propio bienestar puede tornarse un verdadero escollo a la hora de caminar con él.
¿Pensemos el lugar que ocupa en nuestras vidas la comodidad personal? ¿Piensa si ella es un escollo para seguir a Cristo?
¡Dios los bendiga!!





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