¡Huye!
- M. I
- 17 dic
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Aconteció que entró él un día en casa para hacer su oficio, y no había nadie de los de casa allí. Y ella lo asió por su ropa, diciendo: Duerme conmigo. Entonces él dejó su ropa en las manos de ella, y huyó y salió. Genesis 39.11-12
El concepto arraigado en nuestra cultura es que huir es solamente para cobardes, para aquellos que no tienen agallas para hacerle frente a los verdaderos desafíos de la vida. Según este criterio, los que huyen nunca triunfarán en la vida, pues las conquistas pertenecen a los que avanzan contra viento y marea.
Lamentablemente, muchas veces trasladamos esta filosofía secular a la vida de fe. Pero como lo ilustra la historia de José, puede ser la fórmula ideal pero para el desastre.
Algunos podrían objetar que José terminó en la cárcel como resultado de su decisión de huir. Sin embargo, estaba siendo preparado para las grandes responsabilidades que Dios iba a colocar en sus manos, en pocos años. Entonces, huir tuvo sabor a derrota, pero su decisión puso las bases para una vida de trascendencia en los asuntos del Señor.
Pero ¿Qué es lo que motivó a José a huir?
En primer lugar, observamos en el pasaje que el mayor compromiso de José era la honra de su Dios. Su deseo de no ensuciar el nombre de Dios se extendía también a una decisión de no deshonrar al hombre que le había confiado el cuidado de todo lo que tenía en su casa, Potifar. ¿Cómo, pues, haría yo este gran mal, y pecaría contra Dios» (Gn. 39:8–9).
En segundo lugar, conocía sus propias limitaciones y sabía bien por qué puertas podría ingresar el enemigo.
En el texto vemos que José se encontraba solo con la mujer de Potifar, una situación sumamente peligrosa para cualquier hombre que desea mantener la pureza de su corazón. Ella, no satisfecha con presionarlo con sus perversas invitaciones, echó por la borda la cautela y quiso tomarlo por la fuerza.
José sabía que en breves instantes dejaría de poseer la disciplina y la claridad mental para mantenerse firme en su postura. Ante semejante peligro, decidió huir.
El cristiano sabio sabe que hay situaciones en las que no podrá ejercer el control necesario para mantener la santidad de su vocación. Ni siquiera pretende intentar una lucha, por que no se encuentra en igualdad de condiciones. La decisión de huir requiere mayor coraje y valentía que el necio que cree poder triunfar donde otros, mejores que él, han caído.
¡Dios os bendiga!




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